Te voy a contar una historia preciosa, sobre la lucha de una gran mujer comprometida con sus sueños e ilusiones.
Wangari Maathai nació el 1 de abril de 1940 en Kenia.
Cuando tenia 20 años obtuvo una beca para estudiar biología en los Estados Unidos.
Fue la primera mujer de África en obtener un doctorado.
Debido a un grabe problema de deforestación en su país, ella decide conseguir el objetivo de devolver los árboles a Kenia y crea: El Movimiento Cinturón Verde, que luego se extendería a otros países africanos.
El objetivo de cinturón verde, era que estuviera gestionado por mujeres de las ciudades y de los pueblos, mujeres comunes. Tantas mujeres como árboles plantados lograron la reforestación y lo obtención de madera y de agua para sus países.
A los 39 años se divorcio de su marido, el alegaba: Que era demasiado #instruida. Demasiado #brillante. Demasiado difícil de controlar.
En los noventas comenzó su lucha contra el mal gobierno y las gestiones autoritarias de esté. Debido a esta lucha pacífica, fue varias veces herida, lastimada y encarcelada.
Fue electa al parlamento de Kenia en 2002 con el 98% de los votos y nombrada ministra del medio ambiente al año siguiente.
A los 64 años recibió el premio Nobel de la paz por su contribución a favor del desarrollo sustentable de la democracia y de la paz. En su discurso dijo: “ Debemos ayudar a la tierra a #curar sus #heridas y al mismo tiempo curar las nuestras”.
Murió de cáncer a los 71 años.
Vamos a analizar esta breve biografía.
Desde mi opinión destacaré tres puntos importantes:
1.- Wangari es una mujer que como millones de mujeres nació en África. El porcentaje de fracaso era altísimo si consideramos el año, 1940. El continente y el país donde ella nace. Luego aunamos el hecho de que su familia no era rica, ni pudiente, eran campesinos. Y si todo esto, parece poco, simplemente era #mujer.
Un gran porcentaje de mujeres en el mundo, se quejan de lo que les toco, de quienes son, se sienten víctimas del sistema, de los hombres, del hecho mismo de haber nacido mujer.
Se acomodan y reacomodan en su victimismo para tener el gran pretexto. No soy lo que quiero ser, porque no me dejan ser.
Wangari es un ejemplo de una mujer que nació con una de las peores cartas que te pueden tocar en el juego de la vida. Y sin embargo, ella decidió jugar la partida con valentía y con decisión para ganar el juego de su vida.
Como ella, hay muchas mujeres en el mundo, poco o nada conocidas, pero cada vez somos mas las mujeres que con valentía y decisión estamos comprometidas a realizar una transformación de nosotras mismas para contar con los elementos que nos ayuden a transformar el mundo en el que vivimos.
De ninguna manera estamos llamadas todas a realizar hazañas como las de Wangari. Pero sí, estamos todas llamadas a #transformar nuestra persona en la mejor #versión que podamos ser y a transformar nuestro entorno.
2.- Observamos que Wangari se divorcia porque su marido no tolera su preparación y su brillo. Y ante una mujer llena de capacidades y convertida en la mejor versión de si misma, el se siente incapaz de controlarla.
En el 2019, aún encontramos casos de hombres que se divorcian de sus mujeres por razones como las citadas. De hombres que matan a sus mujeres porque no pueden controlarlas.
Y casos de mujeres que viven solas, sin pareja, porque asustan a los hombres, por su inteligencia y su brillo.
Quiero resaltar que mi posición no es en contra del hombre, de ninguna manera, yo creo que el hombre es un buen complemento a la mujer, siempre que el hombre vea a la mujer como un ser libre y lleno de capacidades para brillar por si misma. Y por supuesto, un ser libre que no tiene porque ser controlada por nadie. Así, hombre y mujer son dos seres libres, cada uno con sus propias cualidades que se complementan en la creación de una pareja en la que cada uno da el 100% para que el otro crezca y sea feliz.
Las mujeres tenemos la obligación de aceptar que somos seres #libres y #capaces. Y tenemos la responsabilidad de transformar nuestra persona en la mejor versión que podamos llegar a ser.
En la compañía de alguien que quiera estar libremente a nuestro lado. O solas, pero debemos comprometernos con nosotras mismas para ser felices y poder crear entornos mas felices.
Wangari se formó a si misma para tener la fuerza y las capacidades para lograr el movimiento cinturón verde y luego ser receptora de un gran premio a su dedicación.
3.- En este punto, quiero centrarme en las palabras de Wangari: Debemos curar las heridas de la tierra, para poder sanar las nuestras.
Yo me centro en las heridas de siglos en que las mujeres hemos estado en planos inferiores a los hombres. Heridas que sufren los mismo hombres, porque somos las mujeres las principales educadoras de esos hombres, que llevan sentimientos encontrados por una educación de una mujer herida.
No voy a entrar a enumerar las muchas perversidades que algunos hombre y también mujeres desorientadas y controladas, infieren sobre otras mujeres. Y todas esas heridas han hecho de este mundo, un lugar de sufrimiento.
Debemos empezar por curar nuestras propias heridas, y esto significa antes que nada, que debemos dejar de odiar y de sentir rencor .
Es necesario para sanar, aprender a #perdonar y a perdonarnos.
Una vez conseguido esto, podemos emprender un camino cuesta arriba, en el cual vamos consiguiendo subir peldaños que nos devuelven el bienestar, la paz, la alegría de vivir y la capacidad para ser transformadoras.
Te hablo desde la experiencia de una mujer que un día toco el fondo, pero que se puso la meta de transformarse en la mejor versión de si misma que pudiera existir.
Y ciertamente el camino no ha sido siempre fácil, pero he subido muchos peldaños y hoy estoy aquí para ayudarte a ti para que tu también lo consigas.
Yo me atrevo a agregar a las palabras de Wangari: Las mujeres: “Tenemos la #responsabilidad de transformarnos, para poder transformar nuestro #entorno. Y hacer de nuestro pequeño mundo y de nuestra #sociedad, un mejor lugar donde ser felices todos”.
Gabriela Guzmán Arnaud
CEO en Ilafel. La ciencia de la felicidad.
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